Los que tuvimos la suerte de ir al colegio seguramente habremos tenido materias donde nos hablaban de héroes y de falsos héroes, estos últimos graficados en los personajes del momento, sea del deporte o del show. Las profesoras gastaban sus recursos mentales tratando de convencernos de que los héroes debían ser de la ciencia, la filosofía, las letras o de la biblia si el colegio tenía iglesia. Todo era en vano, en las habitaciones los posters que se pegaban y llegaban en revistas como la 13/20 o Rolling Stones para los más pudientes eran de los falsos héroes, o de nuestros héroes del momento.

A medida que fue pasando el tiempo los héroes de la adolescencia, o súper héroes de los niños fueron quedando a un segundo plano, y casi era una palabra que eliminamos del vocabulario común de todos los días.

La semana pasada, esa palabra volvió a ser tendencia en los medios tradicionales y en las redes sociales.

El presidente trató de “héroes” a los 87 diputados que levantaron la mano en desmedro de la movilidad jubilatoria. Levantaron la mano  para aceptar el veto presidencial de quitarle nada más y nada menos que 13 mil pesos a los jubilados de su pobre y triste haber. Qué son 13 mil pesos en esta Argentina: casi dos kilos de carne, 10 litros de nafta, 6 kilos de pan o algún porcentaje de un medicamento que salió del vademécum días atrás. A rigor de verdad, y con conciencia por suerte esos 13 mil pesos eran casi los mismos del mes anterior y el anterior, pero eso igualmente no quita la crueldad de no pagarlos. Eran 13 mil pesos, que multiplicados por miles de jubilados daba un número importante, pero que se podría haber sacado aunque sea de la reducción de los viáticos de los senadores, diputados, asesores o de los 120 empleados que el vocero presidencial Manuel Adorni va a poder contratar con su nuevo cargo con rango de ministro. El mismo Adorni diría “fin”, pero lamentablemente no es el fin, es el principio.

Corría el año 1998, el gobierno de Carlos Saúl Menem entraba en los últimos meses y el 24 de octubre del año siguiente se votaba de nuevo para elegir al sucesor del riojano más famoso. Las radios del país, las AM y las FM que estaban en auge, y cada vez siendo más, gracias a que el ultra procesado Germán Kammerath se las daba a los amigos ( Acá en Córdoba hay muchos casos, pero no viene al caso), sonaba una canción de protesta, era el hit del momento, la cantaban grandes y chicos y en las marchas por trabajo o despidos, sonaba en los viejos parlantes de las propaladoras una obra majestuosa de Hernán de la Vega, pero llevada a la popularidad por su banda Las Manos de Filippi de su disco “Arriba las manos esto es un estado”, y luego por la Bersuit Vergarabat, estoy hablando de Sr. Cobranza. Una verdadera sinfonía lirica de lo que estaba pasando, una joya musical que te cantaba lo que no podías gritar.

Sr. Cobranza tenía una frase que salvando las distancias con el juicio a las juntas y el “nunca más” que le pertenecía a todo el pueblo Argentino, decía en una de sus estrofas “Norma Pla a Cavallo lo tiene que matar”. En ese momento de la canción, se cantaba casi sin música, como diciéndolo.

Esa frase no hablaba de asesinar a Domingo Felipe Cavallo, el súper ministro de la era menemista, el padre de la convertibilidad, del 1 a 1 y un icono de la economía de los recordados años 90, sino que hablaba de protesta en contra del menemismo, se denunciaba a la situación social que la Argentina vivió luego de la llamada “crisis de 1989”. Menciona a políticos, presidentes y ministros y como decíamos a  Domingo Cavallo quien debía morir en manos de la activista por los derechos de los jubilados Norma Plá, fallecida en 1996. Pla murió antes, y su causa a favor de los más viejos aún sigue vigente, y hoy más que nunca.

Como si en la Argentina no hubiéramos aprendido nada, otra vez los viejos pagaron el costo de la política y se convirtieron en la casta que el actual Presidente decía combatir en los spots de campaña o en las redes sociales para captar el voto de los más pequeños y jóvenes votantes que hoy saben que el presidente no les mintió, porque dijo textualmente lo que iba a hacer: ajustar.

Lo que no dijo es que no iba a ser a la casta que tanto combatió, sino a sus abuelos o a sus padres.

Ayer, en la tristemente conocida Quinta de Olivos, la misma donde Menem recibió a  Xuxa y a la Chicholina, donde echo a Zulema Yoma,  donde canto Sakira en un año nuevo para el clan De la Rua, donde Cristina Kirchner ideaba sus planes macabros y mostraba sus caniches, donde Macri jugaba al Paddle y al futbol 5 y Juliana Regaba las plantas para producciones fotográficas; se hizo un asado para los supuestos héroes de Milei, el Presidente. El mismo que antes de mudarse a la Quinta de Olivos hizo caniles para sus hijos de 4 patas.

Del convite participaron nada más y nada menos que la casta que avaló el veto y condenaron al hambre a miles de jubilados.

Los 87 héroes fueron a comer y a divertirse, a burlarse de los que día a día trabajan para sacar el país adelante. Dicen haber pagado 20 mil pesos con tarjeta de débito, eso es anecdótico ya que solo el vino que sirvieron costaba 14 mil, mil más de lo que le sacaron a los jubilados.

En la misma canción que hacíamos referencia hay una parte muy pegadiza que dice “tienen el poder y lo van a perder”.

Gracias Norma Pla, algún día alguien te reconocerá.

Mientras tanto escuchen al Sr. Cobranza….

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