Mientras el Gobierno reivindica el “mayor ajuste de la historia”, los datos de actividad reflejan una economía estancada, con caídas en sectores clave y mejoras puntuales que no alcanzan para revertir la tendencia general.

A pocos días de las elecciones legislativas, la economía real atraviesa una situación delicada. Varios sectores productivos se encuentran en un escenario igual o peor al registrado durante el año pasado, considerado por el propio Gobierno como el momento del “mayor ajuste de la historia”. Si bien algunos rubros exhiben mejoras, los avances no alcanzan para compensar la caída del consumo, la volatilidad cambiaria y el incremento de las importaciones.

Según el último Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec, la economía cayó 0,1% en julio. Las mediciones privadas anticipan una recesión: el índice PulsoPBA registró una baja de 1,8% en el tercer trimestre, neutralizando la mejora del período anterior.


“No es homogéneo”: los sectores que resisten

El economista Fausto Spotorno destacó que el freno en la actividad “no ha sido homogéneo”. “Hay sectores que efectivamente han logrado crecer, como minería, agro, petróleo y gas, mientras que otros siguen estancados o frenados, como la construcción o la industria”, explicó.

En el agro, la campaña 2025/26 mantiene expectativas positivas. Coninagro proyecta 37,8 millones de hectáreas sembradas —el tercer registro más alto de la historia—, aunque advierte señales mixtas en distintas producciones. La yerba mate acumula 17 meses de subas, pero con menor ritmo; la lechería marcó en agosto un récord histórico de 1.090 millones de litros (+18% interanual), mientras que la carne vacuna retrocedió a 270,8 mil toneladas (-20 mil frente a julio).

El vino y la molienda de trigo también mostraron caídas, con bajas de 17,2% y 6,4% interanual respectivamente, mientras que la producción de maquinaria agrícola se desplomó 12% en un año, alcanzando su peor nivel en seis meses.


Industria en rojo: “no hay señales positivas”

Un informe de la consultora Vectorial alertó que la economía real “muestra claros signos de deterioro” y que “no hay indicadores que arrojen señales positivas”. Según el trabajo, la utilización de la capacidad instalada industrial se ubica en niveles históricamente bajos.

“El deterioro ya no parece coyuntural, sino el resultado de un programa económico que deliberadamente prioriza la desinflación y la apertura importadora por sobre la producción manufacturera”, sostiene el documento.

Los rubros automotriz, alimenticio, papel y edición apenas crecen, mientras que la refinación de petróleo se destaca como excepción (+4,9% interanual en agosto, según el Indec), aunque sin arrastrar al resto del entramado productivo. “La industria tiene un cambio de contexto muy dramático; requiere transformaciones estructurales e inversión”, señaló Spotorno a este medio.

La economista Agustina Monti coincidió: “La volatilidad del dólar impide planificar. Muchos insumos están dolarizados, y las tasas de interés —con adelantos en cuenta corriente al 190%, el nivel más alto desde 2009— hacen casi imposible financiar capital de trabajo”.


Construcción: leve repunte, pero sin motor

Para Spotorno, el sector de la construcción “se recupera muy lentamente”, frenado por el exceso de inventario inmobiliario. “Hay más ventas, pero muchos inmuebles construidos sin colocar. Eso desincentiva nuevas obras”, apuntó.

El costo de la construcción subió 3,2% en agosto y la actividad apenas mejoró 0,5% mensual y 0,4% interanual. El Índice Construya mostró un incremento de 1,08% mensual y 6,5% anual. Monti destacó, sin embargo, un cambio de clima respecto a 2024: “El año pasado había expectativas de mejora para 2025; como no ocurrió, ahora predominan las perspectivas negativas”.


Consumo, comercio e importaciones: un círculo vicioso

El comercio también muestra signos de fatiga. Spotorno advirtió que “la caída del consumo y el cambio en los precios relativos alteraron la estructura de gasto de los hogares”.

Según la CAME, las ventas minoristas pyme cayeron 4,2% interanual en septiembre y 2% frente a agosto, aunque siguen 5% por encima del acumulado del año pasado. Desde Vectorial explican que el patrón es claro: “una recuperación fugaz seguida por una nueva caída, reflejo de la fragilidad estructural de la demanda interna”.

A la vez, mientras la producción local se contrae, las importaciones crecen en bienes finales. “Menor producción genera desempleo y caída de ingresos, lo que reduce la demanda de productos nacionales y refuerza la opción por importaciones”, concluye el informe.


Un final abierto

Con una economía fragmentada entre sectores que resisten y otros al borde del colapso, la actividad real llega a las elecciones legislativas sin señales claras de recuperación. Los analistas coinciden en que la estabilidad cambiaria y la previsibilidad política serán claves para evitar que el enfriamiento de la economía derive en una recesión más profunda durante el cierre de 2025.

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