Mientras en la Casa Rosada celebran la sanción del Presupuesto 2026 como un triunfo político clave para Javier Milei, en el Ministerio de Economía el clima es muy distinto. Allí, el ministro Luis Caputo enfrenta un arranque de año cargado de tensión: en enero vencen US$ 4.225 millones de deuda y todavía no están asegurados todos los dólares para cumplir con esos compromisos.
La aprobación del Presupuesto le dio al oficialismo una foto de fortaleza en el Congreso, con el respaldo de aliados dialoguistas y la posibilidad de encarar 2026 con una hoja de ruta fiscal definida. Sin embargo, detrás de los festejos, el frente financiero expone los límites del programa económico.
Un triunfo político para Milei
El Presidente y su entorno presentaron la sanción de la ley como una señal de gobernabilidad y respaldo al rumbo de déficit cero. En el oficialismo remarcan que, después de dos años de presupuestos prorrogados, contar con una ley de gastos y recursos es clave para dar previsibilidad y sostener la confianza de los mercados.
Desde el Congreso, los libertarios destacaron que el texto consolida el ajuste del gasto, elimina “rigideces” y le otorga al Ejecutivo mayor margen para reasignar partidas según las necesidades del plan económico.
Caputo y la carrera por los dólares
Pero en paralelo al festejo político, Caputo libra otra batalla: juntar los dólares para atravesar enero sin sobresaltos. Los US$ 4.225 millones incluyen pagos a organismos internacionales y vencimientos de bonos en moneda extranjera.
Las reservas siguen ajustadas y el ministro apuesta a una combinación de roll over, desembolsos de organismos, mayor liquidación del agro y financiamiento puente para cerrar el bache. En los despachos oficiales admiten que el margen es estrecho y que cualquier demora puede recalentar la tensión cambiaria.
“Llegar” a enero es el objetivo inmediato, en un contexto en el que el acceso al crédito voluntario sigue limitado y la confianza se sostiene más por expectativas que por dólares en caja.
Una economía que no acompaña
El problema se agrava porque la economía real sigue frenada. El consumo no repunta, la industria opera por debajo de su capacidad y la obra pública continúa virtualmente paralizada. Si bien el Gobierno exhibe como logro la desaceleración de la inflación, la falta de actividad complica la generación de divisas y la recaudación.
Ese combo deja al programa económico dependiendo cada vez más del frente financiero y de la capacidad de Caputo para sostener el equilibrio con reservas escasas.
Festejo arriba, tensión abajo
La postal que deja el cierre de año es contradictoria: arriba, el Gobierno celebra un hito legislativo; abajo, en Economía, se cuentan los dólares. El Presupuesto le da aire político a Milei, pero no resuelve el principal desafío de corto plazo: cómo atravesar los próximos vencimientos sin sobresaltos.
Enero aparece así como la primera gran prueba de fuego de 2026. Si Caputo logra cumplir, el Gobierno ganará tiempo. Si no, el festejo por el Presupuesto puede durar mucho menos de lo esperado.


