Desde que asumió la presidencia de Argentina el 10 de diciembre de 2023, Javier Milei ha protagonizado una agenda internacional frenética, acumulando 18 viajes al exterior en poco más de un año, con un gasto estatal que supera los 3.750 millones de pesos (aproximadamente 2.5 millones de dólares al cambio oficial). Si bien el gobierno justifica estas giras como esenciales para «posicionar a Argentina en el contexto internacional» y atraer inversiones, la naturaleza de muchos de estos viajes, los elevados costos y la falta de resultados tangibles han generado fuertes críticas. En un país sumido en una crisis económica, con índices de pobreza crecientes y un discurso oficial de austeridad, los viajes de Milei reflejan una contradicción que pone en entredicho sus prioridades.
Un derroche en tiempos de «no hay plata»
El mensaje de Milei desde su campaña ha sido claro: «No hay plata». Este lema, usado para justificar recortes en áreas sensibles como jubilaciones, obra pública y transferencias a provincias, choca frontalmente con los millonarios gastos de sus giras internacionales. Según el informe de gestión del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, los 13 primeros viajes de Milei costaron al Estado 754.472.513,48 pesos, 1.592.973,52 dólares y 4.135,80 euros, equivalente a más de 2.300 millones de pesos. A esto se suman los costos de los últimos viajes, como los realizados en jets privados a Idaho y París, que ascendieron a 33 millones de pesos y 376 mil dólares, y 25 millones de pesos y 343 mil dólares, respectivamente.
Inicialmente, Milei viajaba en vuelos comerciales, un gesto que el gobierno promocionó como símbolo de austeridad. Sin embargo, desde abril de 2024, optó por el avión presidencial y, más recientemente, por jets privados de lujo, como los de la empresa Flyzar, cuyo alquiler cuesta unos 10 mil dólares por hora. La excusa oficial es que el avión presidencial está en mantenimiento y que, por seguridad, Milei no puede usar vuelos comerciales. Sin embargo, estas decisiones contrastan con un contexto de ajuste fiscal severo que ha paralizado la obra pública y licuado los ingresos de los argentinos. Como señaló el periodista Jorge Lanata, si los viajes tienen un carácter más personal que institucional, Milei debería costearlos con sus propios ahorros.
Una agenda más personal que estatal
Un análisis de Chequeado revela que el 27% de los gastos en vuelos (unos 321.125 dólares) se destinó a viajes para actos partidarios o reconocimientos personales, como las Conferencias Políticas de Acción Conservadora (CPAC) en Estados Unidos y Brasil, la presentación de su libro El camino del libertario en España, o la recepción de premios de dudosa relevancia, como la Medalla Internacional de la Comunidad de Madrid o el Premio Juan de Mariana. Uno de los episodios más controvertidos ocurrió en la República Checa, donde el Instituto Liberal de Praga desmintió haber otorgado un premio a Milei, aclarando que la distinción provenía de un grupo disidente y no de la institución oficial.
Estos viajes, lejos de priorizar reuniones bilaterales con jefes de Estado o socios comerciales clave, han estado marcados por encuentros con figuras de la derecha global, como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Santiago Abascal (Vox) o Elon Musk. Si bien el gobierno argumenta que estas actividades buscan atraer inversiones, hasta la fecha no se han registrado inversiones significativas que justifiquen los millonarios desembolsos. Como señaló el exasesor de Milei, Carlos Rodríguez, el presidente debería enfocarse menos en viajes al exterior y más en construir un partido sostenible y atender los problemas locales.
Relaciones internacionales en jaque
La agenda internacional de Milei no solo ha sido costosa, sino también polémica. Sus viajes han ignorado a socios comerciales tradicionales como Brasil, priorizando destinos como Estados Unidos (visitado cinco veces) y Europa, donde ha participado en eventos de corte ideológico. Esto ha tensado las relaciones con países clave. Por ejemplo, su ausencia en la Cumbre del Mercosur en Paraguay, mientras asistía a un acto de CPAC en Brasil, fue interpretada como un desaire a la integración regional. Además, sus declaraciones provocadoras, como las críticas al presidente español Pedro Sánchez y su esposa, han generado crisis diplomáticas, como la retirada definitiva de la embajadora española en Argentina.
El expresidente Alberto Fernández criticó duramente esta política exterior, acusando a Milei de haber «lastimado» las relaciones con Brasil, España, Colombia, México, China y el mundo árabe, alejando a Argentina de sus principales destinos comerciales. En un contexto donde el país necesita fortalecer sus exportaciones y atraer divisas, la estrategia de Milei parece más enfocada en consolidar su imagen como líder de una «batalla cultural global» que en defender los intereses nacionales.
Una contradicción con el discurso libertario
El liberalismo que Milei pregona aboga por la reducción del gasto público y la eficiencia estatal. Sin embargo, sus frecuentes viajes, muchos de ellos con agendas personales, contradicen este principio. Mientras los argentinos enfrentan una inflación acumulada del 211,4% en 2023, una recesión profunda y una pobreza creciente, los 56 días que Milei pasó fuera del país en su primer año de gestión (equivalentes a casi un mes y medio) generan cuestionamientos sobre su compromiso con los problemas domésticos.
La oposición, como la senadora Silvia Sapag, ha exigido transparencia sobre los costos de estos viajes, que incluyen no solo los traslados, sino también los gastos de comitivas numerosas, donde la presencia constante de su hermana, Karina Milei, ha sido otro punto de controversia. Además, la falta de detalle en los informes oficiales sobre gastos como hotelería o viáticos alimenta las sospechas de opacidad.
Conclusión: un liderazgo desconectado
Los viajes de Javier Milei, con un costo que supera los 3.750 millones de pesos, representan un derroche en un país que no puede permitírselo. Más allá de los números, lo que indigna es la desconexión entre el discurso de austeridad y las acciones de un presidente que parece priorizar su proyección personal sobre las necesidades urgentes de Argentina. En lugar de acumular millas y fotos con figuras de la derecha global, Milei debería enfocarse en construir consensos internos, fortalecer la economía y atender a un pueblo que, mientras él recorre el mundo, lucha por llegar a fin de mes. Como advirtió Rodríguez, si Milei no cambia el rumbo, corre el riesgo de llevarse consigo no solo su proyecto, sino las esperanzas de un país que confiaba en su liderazgo.
Nota: Esta crítica se basa en datos verificables y análisis de medios, pero refleja una perspectiva crítica hacia la gestión de Milei. Para un debate equilibrado, sería pertinente considerar los argumentos del gobierno, que sostiene que los viajes son necesarios para reposicionar a Argentina y atraer inversiones, aunque los resultados concretos aún no sean visibles.