El cupo de liquidación de granos sin retenciones lanzado por el Gobierno de Javier Milei se agotó en tiempo récord y dejó al descubierto un mecanismo que, según denuncian productores y periodistas especializados, terminó favoreciendo de manera exclusiva a un puñado de multinacionales cerealeras.
La propia Sociedad Rural Argentina reconoció que los productores comercializaron en este período apenas un tercio de lo que se había fijado como objetivo: US$ 2.277 millones sobre los US$ 7.000 millones proyectados. El dato alimenta la sospecha de que los exportadores registraron ventas de soja que todavía no habían comprado.
Pedro Peretti, ex director de la Federación Agraria, explicó con crudeza la maniobra: “Las cerealeras liquidan los dólares en el Banco Central, este les da pesos y con esos pesos deberían pagarle a los productores. Pero como buena parte de la soja aún no se vendió, ese dinero terminará en el dólar. Y cuando venga la devaluación después de las elecciones, los grandes productores y las cerealeras se van a llevar la diferencia”.
Según Peretti, quedan sin vender unas 15 millones de toneladas —casi 9.000 millones de dólares— en manos de no más de mil o dos mil grandes productores. “Ellos van a esperar a octubre. Si hay una devaluación del 100 %, el dólar puede ir a 3.000, 3.500 o hasta 6.000 pesos. Ese es el verdadero negocio”, sentenció.
El beneficio, en teoría pensado para dinamizar las exportaciones, se transformó en una ventana de privilegio que duró apenas unos días y que, de acuerdo a los cálculos de Peretti, implicó que unos US$ 1.500 millones quedaran en manos privadas en lugar de ir a las arcas del Estado o a los bolsillos de los productores.
Una bicicleta con aval oficial
Periodistas como Rosalía Costantino (C5N) y Matías Longoni (Bichos de Campo) revelaron que el mecanismo fue avalado por los funcionarios Luis Caputo y Juan Pazo, quienes habilitaron un sistema exprés de Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE).
Las grandes exportadoras declararon ventas masivas con retenciones cero, incluso de soja que todavía no había sido sembrada. Así, se aseguraron el beneficio antes de que el Gobierno restituyera la alícuota del 26 %. Cuando finalmente compren la soja a los productores, les descontarán ese impuesto como si correspondiera, apropiándose de la diferencia.
“Un afano a mano armada con el aval del Estado”, calificó Longoni.
Los ganadores y los perdedores
Según la información difundida, 12 compañías concentraron el total del beneficio. Las principales fueron:
- Bunge: US$ 305 millones
- LDC (Louis Dreyfus Company): US$ 298 millones
- Cofco Intl: US$ 238 millones
- Cargill: US$ 179 millones
- Viterra: US$ 185 millones
- Molinos: US$ 106 millones
Del otro lado, miles de productores medianos y pequeños quedaron afuera del esquema: no tuvieron tiempo material para aprovechar la ventana de retenciones cero y ahora deben vender su soja con el descuento de un impuesto que los exportadores ya evitaron pagar.
La maniobra incluso generó ruido en el exterior: productores estadounidenses denunciaron que esta operatoria forzada hizo caer el precio de la soja en Chicago, afectando su posición frente a China.
El resultado final es el mismo de siempre: las cerealeras se llevan la ganancia, los productores chicos y el Estado cargan con la pérdida, y el Gobierno de Javier Milei queda una vez más bajo sospecha de gobernar para un puñado de grandes jugadores en detrimento de la mayoría.