La crónica periodística fría dirá que el 25 de noviembre del 2020 murió cerca del mediodía Diego Armando Maradona de un paro cardiaco. Y el texto tendrá razón, y también será fría.
No se puede escribir y recordar la muerte de Maradona como algo frio. La revista popular La Garganta Poderosa, con ese talento único de describir lo que siente el pueblo, publicó esto: “Hoy no murió Diego, porque Diego no se muere más. Hoy morimos un poco todos los demás, atravesados por las ovaciones o las críticas compartidas, porque se va un pedazo de nuestras vidas, indeleblemente marcadas por la de una persona.”. Y tienen razón. Al Diego se le paro el corazón, ese que mil veces le falló pero siempre se recuperó. El Diego no se murió, a lo sumo no lo veremos entrar más a una cancha o no aparecerán más videos caseros metiéndose en su vida privada.
Todos tenemos alguna historia con Diego. Algunos tuvimos la suerte de darle un beso, de verlo feliz. Otros le tocaron la mano. Alguno lo tocó y los más suertudos pudieron sacarse una foto. También están los que no lo querían. Los que lo juzgaban por haber sido un drogadicto confeso o por haber tardado varios años en reconocer su paternidad a pibes fruto de amores clandestinos y momentáneos. Por suerte la vida le dio tiempo en reconocerlos y darles el apellido, pero sobre todo amor y cariño. A su forma, con su vida convulsionada todo el tiempo.
Muchos te apuran en afirmar que la peor droga y adicción del Diego fue la cocaína, para mí la peor droga fue ser Maradona, despertar siendo Maradona y dormir siendo Maradona. Nunca pudo vivir en paz, y siempre necesito no vivir en paz. No soportaba tanta presión, pero la necesitó siempre. Nunca se imaginó no ser Maradona, aunque siempre lo evitó.
Hoy todos lo lloran. Los hipócritas que lo exprimieron, los simples que lo disfrutamos y los pobres a los que representó, hasta su último suspiro.
A partir de ahora tendremos que soportar a los caníbales quedarse con un poco de su carne. Cocodrilos de la información que buscarán desgarrar algo de sus músculos, como lo hicieron siempre. El problema es que no estará él para defenderse. Nosotros nos quedaremos con su corazón. Ese que hoy dejo de latir.
Hay varias certezas del día de hoy. Todos nos acordaremos hasta el día que nos vayamos de éste mundo que estábamos haciendo el 25 de noviembre al mediodía.
Otra cosa que será una certeza será la frase del Negro Fontanarrosa cuando le peguntaron que opinaba de la vida del 10 y dijo ”la verdad que no me importa lo que Diego hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mía….”
El corazón del Diego dejó de latir, yo como maradoneano me quedo con un beso que me dió y esperaré tres días.